Muchas personas a la hora de someterse a un tratamiento de implantes dentales no saben de qué se trata realmente la osteointegración. Este es aquel procedimiento, que se descubrió allá por 1952, en el cual se une el propio implante dental con el hueso natural, es decir, se cicatriza.
Esto es de vital importancia para que el tratamiento pueda ser exitoso. Su origen se remonta a los años cincuenta mientras se estudiaba el proceso de cicatrización de los conejos. Esto ayudó a averiguar que las cámaras ópticas de titanio introducidas en sus patas podían soldarse en sus huesos cuando pasaba cierto tiempo. Por ello, se decidió que debían implantarse piezas de titanio en los antebrazos, descubriendo posteriormente que la osteointegración también era sólida en el cuerpo humano. Ya en los años ochenta, esta técnica se extendió en la implantología.
El tiempo que suele tarda un implante dental en osteoingregrarse suele ser de unos tres meses, y no es hasta que pasan unas cuantas semanas hasta que se comienzan a ver un poco algunos de los resultados del proceso de cicatrización. Y, una vez pasan dos meses, ya se puede apreciar cierto contacto entre el hueso y el implante, haciendo que ambos tengan una unión mucho más fuerte y resistente.
Posteriormente, y una vez pasen los tres meses correspondientes, el hueso del paciente y el dispositivo del implante se podrán integrar entre sí y formarán la cicatrización sólida que servirá para sustituir perfectamente la raíz del diente natural. Una vez este tratamiento se haya finalizado, también será posible colocar una corona dental definitiva que ayude a los pacientes a poder volver a utilizar la boca con normalidad, y que además cumpla sus funciones estéticas correspondientes.
¿Qué debo hacer si quiero colocarme un implante dental?
La mayor parte de las personas que deciden continuar con el proceso de los implantes dentales suele tener ciertas dudas con respecto a qué recomendaciones debe seguir para asegurarse unos resultados satisfactorios. Por ello, hay una serie de detalles que se tienen que destacar:
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El profesional debe asegurarse de que no haya infecciones: cuando se extrae un diente debido a infecciones, lo más recomendable es limpiar primero la zona para que durante la osteointegración no surja ningún tipo de contratiempo.
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Conocer de primera mano cuál es el estado de la boca del paciente: Existen muchos casos donde quienes se someten a este tratamiento tienen algún tipo de patología, enfermedad o alergias, las cuales podrían agravarse en caso de comenzar con una osteointegración. Por ello, acudir a un profesional que pueda evaluar cada caso de forma individual y aportar la solución adecuada al problema será de vital importancia.
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Comprobar cuál es la estructura ósea de la persona que se va a someter al tratamiento: Cuando falta una pieza dental, el hueso pierde su estímulo y empieza a reabsorberse. Por este motivo, un dentista debe comprobar que la estructura ósea no se ha reducido, y que en caso de que así sea, que se pueda realizar un injerto de hueso para que el tornillo de titanio se pueda sujetar de manera correcta.
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Que el dentista analice cuánto espacio tiene el paciente en la boca: Cuando se extrae un diente, la raíz deja un espacio que dependiendo de la pieza, puede tener mayor o menor tamaño. Es por esto que antes de colocar cualquier implante dental hay que esperar a que se regenere parte del hueso, de forma que se asegura una osteointegración exitosa.
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Conocer el tipo, tamaño y posición del implante: Previamente a realizar el tratamiento, el dentista se encargará de hacer una serie de radiografías para poder comprobar todos estos elementos, de manera que el proceso tenga el mínimo margen de error.
Después de realizar la comprobación adecuada de todos estos aspectos, el implante procederá a colocarse en aquel lugar que previamente ocupaba la pieza que se ha perdido. Y, una vez llevado a cabo este proceso, se comenzará con la osteointegración.
¿La osteointegración siempre sale bien?
A pesar de que las estadísticas informan de que este tratamiento tiene un porcentaje de éxito de hasta el 97,5%, lo cierto es que también hay posibilidades de que este no se lleve a cabo como es debido y los resultados no sean los esperados.
A esto se el denomina como rechazo del implante, que consiste básicamente en una mala cicatrización del mismo. Aunque no es habitual que esto ocurra, sí que puede darse en diferentes situaciones, sobre todo si los pacientes tienen una serie de hábitos o están pasando por una serie de circunstancias en su vida diaria. Entre estas se pueden destacar las siguientes:
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Enfermedades como la diabetes: Dichas enfermedades pueden ser determinantes a la hora de que el proceso de osteointegración no salga como es debido. Esto es debido a que quienes lo padecen suelen ser más propensos a tener infecciones en la boca.
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Higiene dental deficiente: Aquellas personas que no cuidan su higiene lo suficiente tienen tendencia a padecer enfermedades de carácter periodontal, como pueden ser la gingivitis, y en casos más graves, la periodontitis. La existencia de estas infecciones hace que se produzca una inflamación alrededor del tornillo de titanio, lo cual es muy perjudicial para el proceso de osteointegración.
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Personas fumadores: El hábito de fumar es perjudicial no solo para la salud en general, sino que es especialmente dañino para los dientes. Y, en este caso, también es un elemento nocivo en lo que se refiere al proceso de osteointegración, ya que la nicotina hace que se retrase la cicatrización y puede provocar que se infecte la zona. Por ello, es recomendable reducir el consumo de cigarrillos, por lo menos durante unas semanas antes y después de la operación.
Una vez se conocen estos riesgos, se debe recalcar que para que el proceso de cicatrización pueda tener más posibilidades de salir bien, es necesario acudir al dentista de forma regular para que este pueda descartar cualquier tipo de problema, y que en caso de que lo haya, que se pueda poner una solución adecuada al mismo.